Publicado por: MontePituco | 31/07/2016

CRÍAN PORCO CELTA NOS MONTES DE BELUSO

Faro de Vigo

A Landra, Porcos Celtas: foto do seu facebook

[Foto do Facebook de A Landra]

El porco celta renace en los montes de Beluso

Dos jóvenes de Bueu ponen en marcha A Landra, una explotación para la cría de esta especie

David García. Bueu, 31.07.2016

La crisis económica y el desempleo provocaron que muchas personas echasen la vista atrás, a oficios y trabajos relacionados con el aprovechamiento de los recursos naturales. Es el caso de dos jóvenes de Bueu, que hace poco acaban de poner en marcha A Landra, que es la primera explotación de porco celta de la zona. Ya están criando los primeros animales, algunos de ellos ya están apalabrados para vender, y ven el futuro con ilusión.

Los montes de Beluso tienen unos nuevos habitantes. Al frente está Manuela, que vive acompañada de su extensa prole formada por cuatro hijos y otras tantas hijas. También estáFento, que en pocos meses está llamado a ser elpater familias, y a todos ellos no les pierde de vista Oso, un enorme mastín. Porque Manuela, su prole y Fento son ejemplares de porco celta y viven en un entorno de algo más de una hectárea, en la primera explotación de estas características de la comarca de O Morrazo.

Sus impulsores son José Manuel Vilas Otero y José Adolfo Garrido Entenza, dos jóvenes de Bueu que hace algo más de un año se hallaban en el paro y buscaron una salida laboral en el monte y en los animales. “A los dos nos gustan mucho los animales y pensamos en montar una explotación. Le dimos muchas vueltas a si trabajar con cerdos, cabras u otras especies. Después de estar en la feria de Silleda y de probar la carne del cerdo celta nos decidimos por él”, explican ambos a pie de monte, muy cerca de Lagos. El proceso hasta llegar aquí y poner en marcha A Landra, que es el nombre de la explotación, ha sido de todo menos sencillo. Y tan largo que durante este tiempo incluso han encontrado trabajo en otros ámbitos, aunque los compatibilizan con su piara de porco celta.

El principal problema fue el de encontrar los terrenos necesarios. Estos animales necesitan amplios espacios para moverse, con verde y agua cerca y por tanto no valen los montes de difícil acceso y llenos de roca. Al final tuvieron un doble golpe de suerte. Muy cerca de una pequeña finca de la familia de uno de ellos había una hectárea de terreno a monte y otra parcela de 500 metros cuadrados de los comuneros de Beluso, con un pequeño cobertizo y un lago. “Después de muchas llamadas localizamos a los dueños del terreno, la familia Puig Bosch, y nos lo dejaron trabajar sin cobrarnos con la condición de mantenerlo limpio”, explican agradecidos. Con los comuneros de Beluso consiguieron un acuerdo similar. La asamblea aprobó por unanimidad en enero cederles la parcela durante un periodo de tres años sin cobrarles ningún alquiler. Si pasado ese tiempo A Landra sigue adelante y da beneficios se renegociarían las condiciones.

El permiso con el que cuentan es el de explotación familiar reducida, que implica un máximo de cinco hembras, un berrón o semental y 25 cebos o ejemplares de cría. La actividad empezó hace pocos meses, con la compra de Manuela, una hembra que ya estaba preñada y que ya dio a luz a ocho crías, y con Fento, por ahora un pequeño macho que en aproximadamente un año se convertirá en el berrón. La amplitud de espacio que necesitan estos animales tiene su razón de ser porque a diferencia del cerdo blanco esta especie no puede permanecer encerrada en un alpendre. “No pueden estar en una corte porque cogerían mucha grasa. Necesitan espacio para moverse y correr. De esa manera no acumulan la grasa, que se filtra a través de la carne, que al final es muy blanda y tiene un sabor y una sustancia especial”, explican José Manuel Vilas y José Adolfo Cortizo. Esa carne también tiene un intenso color rojizo y al gusto se parece incluso a la de ternera. “Es muy sabrosa y blandita. La gente se sorprende cuando la prueba. De las crías que tenemos hay seis que ya están apalabradas para vender”, cuentan.

El proceso de cría es bastante largo, superior a un año y es muy similar al del cerdo ibérico. Una de las grandes ventajas es que estos animales, al igual que las cabras y ovejas, contribuyen a mantener limpio el monte. Por esa razón en la explotación tienen pensado establecer zonas rotatorias para que la piara se vaya moviendo a medida que “limpie” el terreno y dejarle tiempo para su regeneración. Entre los contras destaca su largo proceso de crianza y el carácter un tanto sibarita del porco celta, al que no se alimenta con piensos. “La alimentación está compuesta por verdura, hierba, pulpa de remolacha y todo tipo de frutas. De todo menos pienso”, reconocen los promotores de A Landra, que se turnan varias veces a lo largo del día para acudir a darles de comer. “En cuanto les das algo, a los cinco minutos ya no queda prácticamente nada”, cuentan para ilustrar el voraz apetito de estos animales. Calculan que estos porcos celtas necesitan al menos 14 meses para alcanzar un peso de unos 100 kilos y que la carne no puede venderse a menos de 5 euros/kilo para que la explotación sea rentable.

“Por ahora estamos empezando. Seis de las crías actuales ya están apalabradas y las otras dos nos las vamos a quedar para poder continuar creciendo. Nosotros tenemos mucha ilusión de que esto funcione”, concluyen.


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